domingo, 29 de mayo de 2016

Participar en un proyecto europeo de traducción

Actualmente, estoy cursando el cuarto curso del grado en Traducción e Interpretación en la Universidad Pablo de Olavide. Mi experiencia en el mundo de la traducción es bastante escasa, ya que ahora estoy haciendo las prácticas de empresa en P4Traducciones, algo que se acerca al mundo laboral.

Sin embargo, en diciembre de 2015, participé en un proyecto europeo de traducción coordinado desde la universidad de la ciudad francesa de Rennes. En este proyecto participaban también alumnos de Francia, Rumanía y Malta, entre otros.

A priori, parecía una oportunidad para adentrarnos más en la traducción, ya que teníamos que enfrentarnos a un proyecto de traducción; nos daban un certificado de participación, que, como todo, lo incluiré en mi CV cuando me lo den, y se trataba de traducir, que es lo que se supone que nos encanta si estamos estudiando esta carrera. A posteriori, se trataba de un proyecto de traducción técnica (sí, técnica) sobre soldadura láser, de la que, por cierto, se encuentra poca información, y menos aún, traducida al español. Por si fuera poco, era yo la que estaba en contacto con Rennes para negociar las tarifas, los plazos y el número de palabras.

Tirando de IATE, la base terminológica de la Unión Europea, y de páginas web sobre soldaduras, conseguimos sacar el proyecto adelante, aunque lo peor vino después.
Era obligatorio utilizar una herramienta TAO de la que no teníamos licencias llamada Memsource. Aunque era muy fácil de usar, nos dio problemas cuando descargamos los archivos traducidos, ya que la maquetación de los textos se descuadraba y tuvimos que ajustarla. Puede que esto se debiera a los textos o a la herramienta, no lo sé. Tampoco quiero hablar mal de esta herramienta, pero le hacen falta algunas mejoras.

Aparte de eso, pudimos entregar el proyecto a tiempo y todo fue bien. Ahora ya solo nos queda que nos manden el feedback del trabajo que realizamos, que esperamos que sea positivo.

Isabel Álvarez


domingo, 22 de mayo de 2016

La traducción e interpretación en organismos públicos

Buenas a todos y a todas, mi nombre es Andrés y antes de comenzar con este artículo me gustaría subrayar que lo que escribo procede de mi propia experiencia, pero esto no significa que lo que se relata aquí no sea real.

            En mi último año de Estudios Ingleses tuve la oportunidad de realizar las prácticas de grado en la Delegación de Turismo y Patrimonio del Ayuntamiento de Córdoba. Al haber realizado unas prácticas en una academia, también quería saber lo que era traducir en un organismo público como este. A pesar de ser una de las experiencias más enriquecedoras y haber conocido a gente estupenda, cuál fue mi sorpresa al descubrir que en la Delegación de Turismo (la sección del ayuntamiento que no es sino un puente entre nuestra cultura y tradición y la de otros pueblos) salvo el jefe de la unidad todo el personal tenía un conocimiento escaso o nulo de inglés. Así pues, me veía como mediador intercultural o intérprete telefónico en muchas ocasiones, aunque siempre estaba con la mosca detrás de la oreja de qué pasaría allí cuando yo no estuviera (todo seguiría igual, mejor o peor). Pero no alcemos el puño al aire en contra del ayuntamiento de Córdoba, porque si no deberíamos hacer lo mismo con más de un ayuntamiento u otro organismo público del resto de España.

            ¿Cómo evitar que no te sangren los ojos cuando ves que un diálogo con un americano se capea a base de Google Traductor? ¿O cuando pinchas en ‘English’ en el sitio web del Ayuntamiento de Sevilla para ver un mísero ‘you are here’ entre un mar de iconos en español?

            Lo que está claro es que la comunicación intercultural se toma muy a la ligera en este país. ¿Cómo si no te explicas esto o que un alumno de prácticas acabe teniendo que hacer una labor de intérprete impromptu y sin guion para un grupo de 60 visitantes extranjeros? Luego se nos llena la boca de decir que el mercado laboral está muy mal para el traductor cuando vemos estas cosas delante de nuestras narices. Quizá sea más permisible esto en el sector privado, ¿pero en el público? ¿Realmente se puede escatimar de fondos en estos casos?

Suerte que he tenido de no hacer prácticas de intérprete en un hospital público, eso sí que debe ser escalofriante. Bueno, con esto ya tenemos para reflexionar un buen rato. ¿Qué opináis de estas situaciones?, ¿os habéis visto en un caso semejante alguna vez?, ¿qué creéis que se podría plantear para mejorar esto?

Andrés Jiménez





domingo, 15 de mayo de 2016

Ser traductora no es lo que parece


Desde muy pequeña, he tenido claro que de mayor quería dedicarme a algo que tuviera que ver con el inglés. Cuando llegué al instituto, descubrí el francés y fue ahí cuando me di cuenta de que no era el inglés en sí lo que me apasionaba, eran los idiomas. En ese momento vi clarísimo lo que quería hacer en un futuro: dedicarme a los idiomas. Estuve investigando e informándome de todas las carreras que tenían lenguas extranjeras y la que de verdad me conquistó fue Traducción e Interpretación.

En septiembre de 2012 comenzaba una de las mejores etapas de mi vida. Me mudé a Sevilla que, aunque está bastante lejos de Torredonjimeno (Jaén), mi hogar, me acogió con los brazos abiertos y comencé a estudiar en la Universidad Pablo de Olavide. Las primeras semanas fueron complicadas, pero en cuanto te acostumbras a la dinámica de la universidad, a la ciudad, a vivir lejos de casa y, sobre todo, cuando conoces a tus compañeros y amigos, todo empieza a ir sobre ruedas.

Antes de entrar en el mundo de la traducción pensaba erróneamente que traducir era tener un buen nivel del idioma desde el que ibas a traducir al español. Pero no es ni mucho menos eso, ser traductora va más allá de poder hablar y comprender dos idiomas. Los traductores tienen una parte de documentalista, de terminólogo, de revisor, de gestor de proyectos y, dependiendo del tipo de traducción que esté haciendo, de «experto» en ese campo. El traductor se encarga de que una persona en una parte del mundo pueda recibir cualquier contenido que otra persona en otra parte del mundo produce.

Cuando un traductor se pone a traducir no escribe la equivalencia palabra por palabra del texto en cuestión. Lo primero es documentarse, adquirir conocimientos del campo de esa traducción. Cuando se ha documentado y conoce el tema, se empieza a traducir, pero la documentación está presente a lo largo de todo el proceso, ya que cada vez que aparece algo que no conoce, se documenta. Cuando se traduce, entran en escena muchísimos factores que hay que tener en cuenta como por ejemplo la terminología, la cultura fuente y la cultura meta, la gramática o, en algunos casos, el espacio en el que se va a publicar la traducción. Cuando tiene el producto final, toca revisarlo. Una revisión es fundamental en la traducción, ya que te ayuda a ver si has usado estructuras que son naturales en la lengua meta, si hay erratas o faltas de ortografía etc. Con la revisión nos aseguramos de que el producto final sea de calidad.

Una de las cuestiones que más me ha sorprendido es que, cuando estamos traduciendo, hay muchas limitaciones que nos hacen que nos decantemos por una u otra opción de traducción. Algunas de las limitaciones más llamativas son: el espacio cuando vamos a subtitular, el número de palabras si el texto va en un espacio que está determinado (por ejemplo la columna de un periódico), el movimiento de los labios de los personajes de una película o que la cultura que va a recibir tu traducción sea o no sensible a cierto tipo de contenido. Pero la que sin duda me parece más llamativa es el cliente. Está claro que la persona que te contrata tiene la última palabra en cuanto al resultado, puesto que la traducción que estás haciendo es para él, pero hay casos en los que los clientes deciden cómo traducir ciertas cosas, aunque los traductores crean que otra opción de traducción sería más adecuada. Ahora que sé que esto ocurre, estoy segura de que la mayoría de las veces que he pensado «aquí esto está mal traducido», lo que realmente ocurrió fue que el cliente decidió cambiar lo que había decidido el traductor.


Lo que está claro es que, hoy en día, los traductores desempeñan un papel fundamental, ya que todos los días se publican libros, se graban películas, se crean videojuegos, salen a la venta máquinas y aparatos de todo tipo, se crean páginas web y todo esto, la mayoría, en otros idiomas. Por ello, debido a que los empresarios quieren que sus productos lleguen a todas partes del mundo, necesitamos a los traductores para que esto pueda ser así y el resultado sea de calidad.

Cristina Ureña Bueno

domingo, 8 de mayo de 2016

Ahora sé que lo mío es la traducción

La tarea del traductor no es tan simple como parece. Es cierto que lo que hace un traductor es leer y escribir, pero tomando esto como referencia, es necesario matizar un poco. Cuando un traductor se pone a leer lo que tiene que traducir, no hace una única lectura, hace varias y todas ellas de distinta forma. Tiene que comprender el texto de principio a fin, de frente y del revés. Pero comprender al cien por cien el texto no es la finalidad de la lectura, es solo el punto de partida para comenzar a traducir. Cuando el traductor comienza a leer se activa en él automáticamente un mecanismo de detección de obstáculos; cada palabra desconocida puede implicar un riesgo a la hora de traducir y cada estructura difícil puede ser un escollo (Grosman & Rogarte, 2009, p. 103). Desde que comenzamos la carrera, siempre nos han dicho esto y, sinceramente, me preocupaba un poco. Tenía continuamente en la cabeza eso de, ¿y si no me doy cuenta de los posibles problemas a la hora de traducir?, ¿y si las estructuras que utilizo son calcadas? y miles de preguntas como estas. Por eso, decidí hacer algo. Me di cuenta de que, a pesar de que en la carrera entregamos muchísimas traducciones y siempre estamos haciendo proyectos, necesitaba hacer algo por mi cuenta para que mi «capacidad traductora» se desarrollara y así poder ver todo eso que los traductores ven cuando leen.

            En un congreso de traducción me hablaron de los voluntariados. Me pareció una muy buena idea, ya que yo tendría la oportunidad de practicar a la vez que ayudaba a personas y, sobre todo, organizaciones que no tienen los recursos o los medios para conseguir una traducción. Estuve investigando un poco sobre The Rosetta Foundation y a través de ellos llegué a la página web en la que hice el voluntariado. Es muy sencillo, lo único que tienes que hacer es registrarte e incluir tu combinación de lenguas (en mi caso, inglés y francés hacia el español). Una vez registrado, entras en la página principal y te aparecen todos los archivos que hay pendientes de traducir y tú eliges los que mejor se adaptan a ti. Yo lo hice durante el verano ya que era cuando más tiempo tenía. En total, hice cuatro proyectos que me parecieron muy interesantes. Los cuatro estaban relacionados entre ellos, trataban políticas de adaptabilidad de las ciudades a discapacitados en Malasia y Uganda.

            Cuando empecé, me daba miedo porque no confiaba mucho en mí misma. Pensaba en que quizás no les iba a gustar mi traducción, que no iban a estar de acuerdo con mi manera de resolver los posibles problemas… Pero en general, fue una experiencia muy buena. A la misma vez que estaba practicando y que utilizaba el voluntariado para no desconectar al cien por cien del mundo de la traducción durante el verano, estaba ayudando a gente que de verdad necesitaba esa traducción. Lo que realmente me impulsó a decidir ser traductora voluntaria fue eso. Gracias a unas horas de tu tiempo se puede hacer posible algo tan importante hoy en día como que las ciudades sean más accesibles. De los cuatro, el texto que más me llamó la atención fue una propuesta en la que se pedía que en Uganda se facilite la participación de las personas con discapacidad en la política reservando escaños para ellos. Traduciendo este texto, me di cuenta de que la traducción va más allá de que podamos leer un libro o ver una película de moda, la traducción es realmente una unión entre diferentes culturas.

            Experiencias como estas me hacen darme cuenta de que cuando decidí estudiar Traducción e Interpretación acerté. Este año, en el último curso de la carrera, estamos haciendo muchísimas más traducciones y una a una me enamoro más de esta profesión. Es cierto que asusta un poco el hecho de acabar la carrera porque no sabes lo que te espera fuera, si vas a encontrar trabajo, si podrás trabajar en la traducción o tendrás que dedicarte a otra cosa, pero lo que sí tengo claro es que, después del voluntariado, de los cuatro años de carrera y de las prácticas en una empresa de traducción, voy a luchar por conseguir ser una buena traductora y poder dedicarme totalmente a ello ya que es lo que me gusta.

Bibliografía

Grosman, P. & Rogarte, A., 2009. Cuatro tramas: orientación para leer, escribir, traducir y revisar. Buenos Aires: Tres Almenas.


Cristina Ureña Bueno


domingo, 1 de mayo de 2016

La vida de color de rosa de un traductor

No todo es siempre de color de rosa en el mundo de la traducción de videojuegos. Como cualquier otro puesto de  trabajo, hay que ser muy precavido, revisar todas las condiciones del contrato que aceptemos y contrastar la reputación de la empresa. Aun así siempre podemos llevarnos desagradables sorpresas. Este es el caso del equipo de traductores de español del Servidor de Traducción de Steam, que a pesar de no tener contrato ha sido íntegra e injustamente despedido de la plataforma.

Recientemente, voluntarios de este servidor se han visto en situaciones de acoso y despido improcedente por un empleado de Valve,  la conocida creadora de títulos como Counter Strike y Half Life  y realizadora de la plataforma Steam.

Victor H. Martins, ex moderador del equipo de traducción, se ha visto obligado a hacer público este conflicto y a plantearse llevar a cabo acciones legales junto con sus compañeros. Por el momento no hay respuesta de Valve, lo que demuestra una falta de interés hacia sus empleados.


Vista de la página de inicio del Servidor de Traducción de Steam (Steam Translation Server)

Hay que tener en cuenta antes de todo que los equipos de traducción de Steam  están formados por  voluntarios de la comunidad, es decir, contribuyen traduciendo sin cobrar un céntimo, ahorrándole a Valve mucho dinero en traducción. Esto parecía a punto de cambiar hace poco, cuando Torsten Zabka, jefe del servidor, anunció ofertas de empleo para los traductores con mayor rendimiento. Entre los candidatos se encontraba el equipo español, reconocido por su labor y su alto nivel de calidad en sus proyectos. Sin  embargo, nadie sabía que estas promesas de cambio serían injustas y falsas.

Según Martins, los traductores subirían de nivel según el número de muestras traducidas hasta llegar al 48. Zabka finalmente contrataría a los dos miembros de cada equipo que alcanzasen primero este nivel. Estos criterios de valoración no se compatibilizaban con el trabajo en equipo, además las traducciones previas no entraban en el cálculo, lo que suponía una zancadilla al equipo español, que iba por delante de los demás con un 100% de elementos traducidos. Aparte, el sistema no contemplaba otras tareas importantes como la moderación y corrección de la traducción. Así pues, el  equipo español estaba en desventaja con respecto a los demás.

Por otro lado el equipo decidió empezar a trabajar en una versión mejorada de la plataforma, la cual fue vista como una amenaza por Zabka y acabó con el despido y represalia de dos administradores del equipo, maTa y Ambra. maTa ha estado trabajando durante más de 10 años para Valve. Actualmente ambos intentan contactar sin respuesta con  Gabe Newell,  el director de la empresa, para intentar solucionar la situación. Pero este no es el único problema que han tenido. Dentro del mismo equipo uno de los traductores, Clint Westwood,  ha estado jugando sucio para alcanzar el puesto antes que los demás, robando muestras y traduciendo únicamente las más fáciles, algo que ya han remitido a Zabka, el cual ha hecho oídos sordos.

El español no es el único equipo en conflicto con Zabka. El equipo italiano no podrá optar a ningún contrato después de todo el trabajo que ya han realizado, y el equipo  croata no tendrá acceso a la plataforma en su idioma, a pesar de que la comunidad croata está formada por miles de miembros interesados en poder disfrutar de los productos de Valve.

Victor H. Martins hace un llamamiento en nombre del equipo para que se solucionen los problemas de corrupción, y pide también la dimisión de Zabka, al que considera una carga para la empresa por su actuación poco profesional.  Mientras el  equipo plantea presentar pruebas de estos abusos, la empresa no parece interesada en responder a sus demandas. Lo que Victor y sus compañeros tienen claro es que no piensan seguir trabajando gratuitamente y van a luchar por un puesto digno y su reconocimiento como traductores.

Andrés Jiménez