domingo, 22 de mayo de 2016

La traducción e interpretación en organismos públicos

Buenas a todos y a todas, mi nombre es Andrés y antes de comenzar con este artículo me gustaría subrayar que lo que escribo procede de mi propia experiencia, pero esto no significa que lo que se relata aquí no sea real.

            En mi último año de Estudios Ingleses tuve la oportunidad de realizar las prácticas de grado en la Delegación de Turismo y Patrimonio del Ayuntamiento de Córdoba. Al haber realizado unas prácticas en una academia, también quería saber lo que era traducir en un organismo público como este. A pesar de ser una de las experiencias más enriquecedoras y haber conocido a gente estupenda, cuál fue mi sorpresa al descubrir que en la Delegación de Turismo (la sección del ayuntamiento que no es sino un puente entre nuestra cultura y tradición y la de otros pueblos) salvo el jefe de la unidad todo el personal tenía un conocimiento escaso o nulo de inglés. Así pues, me veía como mediador intercultural o intérprete telefónico en muchas ocasiones, aunque siempre estaba con la mosca detrás de la oreja de qué pasaría allí cuando yo no estuviera (todo seguiría igual, mejor o peor). Pero no alcemos el puño al aire en contra del ayuntamiento de Córdoba, porque si no deberíamos hacer lo mismo con más de un ayuntamiento u otro organismo público del resto de España.

            ¿Cómo evitar que no te sangren los ojos cuando ves que un diálogo con un americano se capea a base de Google Traductor? ¿O cuando pinchas en ‘English’ en el sitio web del Ayuntamiento de Sevilla para ver un mísero ‘you are here’ entre un mar de iconos en español?

            Lo que está claro es que la comunicación intercultural se toma muy a la ligera en este país. ¿Cómo si no te explicas esto o que un alumno de prácticas acabe teniendo que hacer una labor de intérprete impromptu y sin guion para un grupo de 60 visitantes extranjeros? Luego se nos llena la boca de decir que el mercado laboral está muy mal para el traductor cuando vemos estas cosas delante de nuestras narices. Quizá sea más permisible esto en el sector privado, ¿pero en el público? ¿Realmente se puede escatimar de fondos en estos casos?

Suerte que he tenido de no hacer prácticas de intérprete en un hospital público, eso sí que debe ser escalofriante. Bueno, con esto ya tenemos para reflexionar un buen rato. ¿Qué opináis de estas situaciones?, ¿os habéis visto en un caso semejante alguna vez?, ¿qué creéis que se podría plantear para mejorar esto?

Andrés Jiménez





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